12/27/08

declaracion de amor en un colectivo de colegio

somos mucha gente de masomenos las mismas edades, todas caras conocidas de los diferentes colegios a los que he ido. es una excursion o algo asi, pero hay algo de raro. estamos en un campo de deportes que otras veces funciono de portal hacia otro plano existencial en oniria. estamos LEJOS. y algo pasa con unas santificaciones. como que en el campo estan unos elegidos que santifican a los demas con sus fluidos corporales. no me gusta la idea, y al final a mi no me santifican. ni a nadie conocido, para el caso.

a la vuelta nos suben a todos al colectivo naranja. adentro hay algunos ya sentados. el colectivero duerme. lo despierto y le pido boleto hasta san isidro. me dice que hasta ahi llega. le pido que me despierte cuando lleguemos, que seguro me dormia. se caga de risa y me manda al diablo mientras termino de meter las monedas. un rugbier grandote que se habia subido despues que yo empieza a manotearme el vuelto de la maquina y lo cago a puteadas de tal manera que el quia realmente se asusta. me doy cuenta por un segundo de que es raro esto de estar de excursion de colegio; tengo un atisbo de idea de mi edad real, pero a la vez no me termina de saltar la ficha.

anyways, busco asiento con la mirada y me mando al fondo con mi vuelto en la mano. me siento atras contra la puerta y entonces es que estoy con otros tres y parecemos ser los irreparables del colegio, o de esta yunta de gente que somos en la excursion. primero estamos como hablando a los gritos y con animo de hacer volar algo. pero al rato se torna aburrida la testosterona y entonces es que una chica sentada delante mio se da vuelta y me da una carta con dibujitos, varias lineas desprolijas y tachadas, y muchas muy prolijas y legibles.
me llaman la atencion los tachones y leyendo a trasluz entro en la cuenta nerviosa de estar leyendo una declaracion de amor. una declaracion de amor descarnada de la chica de ojos claros que me gusta.
el bondi pasa por banfield y yo estoy PUESTISIMO, en parte de amor, si. saco medio cuerpo por la ventanilla y me rio con la vista mareadisima. la chica sentada delante mio me dice que lea la carta entera (que lea las lineas prolijas, especificamente), que necesita devolver una respuesta. cagado de risa le informo que darle una respuesta no vendria a ser lo mas viable en ese momento, que estoy de la mente. vuelvo a mirar la carta, los dibujos, la caligrafia prolija que no me decia una sola palabra..
cuando vuelvo a levantar la mirada estoy llegando a veccar (si, v) en el auto de mi madre, con mi tia y mi hermano menor. creo que nadie habla, y el auto casi flota sobre la calle. todo parece tranquilo, pero me van asaltando flashes hacia otra situacion espaciotemporal. algo me hace pensar que tiene que ver con las 'santificaciones'. son imagenes de una mansion lujosa, ostentosa, y vacia. los reflectores que iluminarian un jardin enorme con pileta rebotan su luz sobre el agua, que entra por gigantes ventanales cortando la oscuridad nocturna, revelando objetos de arte evidentemente valiosisimos -y muertisimos- por todos lados. es mi vision al ir recorriendo ese lugar sin alma.
al volver de uno de esos flashes voy caminando, ya solo, la cuadra anterior a la de casa, con la carta doblada en la mano. la guardo con cuidado porque significa la posibilidad de volver a ver a quien la escribio. miro al piso y no se si voy pisando.

al ir llegando a la esquina veo a traves de las enredaderas del vecino la cara absorta de una mujer importante, que habla por telefono y evidentemente tiene la mitad de su cerebro colgado en el inframundo de una pecera 'empotrada' en las enredaderas de mi casa. habla por telefono. la reconozco vagamente; es una conocida, capaz tutora, de martina. llego a la vereda de casa, paso por detras de esta tipa que no me hace caso, y voy viendo el jardin delantero, que esta cambiado. esta prolijisimo. martina, con cara de catrasca, tijeras en mano, me muestra una planta que solia taparme media ventana, ahora solo un tronquito, se rie y me dice que se le fue la mano. nos descuajeringamos de risa, la abrazo porque me alegra mucho verla, y entonces es que me doy cuenta de que ya no tengo la carta.

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