6/29/10

El chico holograma

Mi amiga Clemen me había invitado a ver a su nuevo novio, que tocaba música experimental. Yo no había oído nunca sobre él como músico y desconfiaba de la calidad del concierto. Además, el lugar quedaba lejos de casa. Fui igual para apoyar a mi amiga.

El concierto se sucedía en una terraza, sobre la membrana plateada. Los músicos tocaban sus instrumentos electrónicos sobre una mesita, parados, y el público los rodeaba parado, también.

El concierto estaba buenísimo y me puse muy contenta de haber ido y orgullosa del novio de mi amiga. Un chico se me puso a hablar: era el clon efímero de otro chico que no había ido al recital, un clon que duraría tres horas. Un holograma.

El chico holograma dijo que estaba enamorado de mí, pero a mí no me interesaba y estaba más preocupada por irme. Tenía que tomar el 57 y ya era la una y diez de la mañana. Le dije al chico holograma si no quería usar una de las pocas horas que le quedaban antes de desvanecerse para acompañarme a tomar el colectivo, porque es un colectivo que a la madrugada tiene muy poca frecuencia.

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